Chistes graciosos
En España algún tema es candidato a ser convertido en un chiste. Así sea sobre política, cuñados, suegras o el mítico Jaimito, el repertorio de chistes pésimos (y no tan malos) no para de crecer.
Los chistes pésimos son como los gases, mejor fuera que dentro. Es algo que siempre ha defendido la humorista Ana Morgade y no le falta razón: si tienes uno hay que soltarlo, le más allá de quien le pese. Ten presente que cada chiste tiene su público y siempre va a haber quien te lo pague con una carcajada.
Chistes cortos graciosos
—Este es el primer año que no viajo por culpa de una pandemia.
—¿Y los anteriores?
—Por falta de dinero.
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—Vecina, ¿me dejas 3 rollos de papel higiénico?
—¿Te crees que soy el Banco de España?
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Enciendes la televisión y aparece Jordi Hurtado diciendo:
—Qué barbaridad, no vivía una pandemia así desde la peste negra de 1348.
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—¿Dónde vas a pasar la semana santa?
—Todavía no sé si en el dormitorio o en el salón.
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—Imagínate que también cierran los supermercados.
—Tendríamos que salir a cazar para comer.
—¡Pues yo no sé dónde viven las croquetas!
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—Mamá, ¿cuándo va a terminar la cuarentena?
—Cállate y cómete tu papel del váter.
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Día 3 de la cuarentena: mi mujer me ha dicho que salga a la calle, que ella paga la multa.
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—¿Por qué lleva tanto papel higiénico?
—Porque cada vez que una persona estornuda 50 se cagan de miedo.
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—¿Cuál es el colmo de un jardinero?
—Que siempre lo dejen plantado.
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—Papá, cuando sea mayor quiero ser como tú.
—¿Por qué?
—Para tener un hijo como yo.
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—¿Qué hora es?
—Las doce.
—¡Qué tarde!
—Pues haberme preguntado antes.
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—Hoy he soñado que ganaba 200 millones como mi padre.
—¿Tu padre gana 200 millones?
—No, él también lo sueña.
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—¿Cuál es el colmo de un libro?
—Que en otoño se caigan sus hojas.
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—¿Por qué lloraba el libro de matemáticas?
—Porque tenía muchos problemas.
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—¿Qué le dice una pared a otra pared?
—Nos vemos en la esquina.
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—Doctor, ¿qué puedo hacer para que mi hijo no se haga pis en la cama?
—Que duerma en el baño.
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—¿Por qué Bob Esponja no va al gimnasio?
—Porque ya está cuadrado.
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—Pedrito, ¿qué planeta va después de Marte?
—Miércoles.
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—Jaimito, si no apruebas el examen de mañana olvídate de que soy tu padre.
Al día siguiente:
—¿Cómo te ha salido el examen?
—¿Y tú quién eres?
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—Jaimito, tráeme al bebé.
—Hay que esperar a que se ponga a llorar.
—¿Por qué?
—Porque no sé dónde lo he dejado.
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—Mamá, hoy hemos aprendido a hacer explosivos.
—Muy bien, Jaimito, ¿y mañana que haréis en el colegio?
—¿Colegio? ¿Qué colegio?
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—Mamá, esta noche no me esperes.
—¿Por qué, Jaimito?
—Porque ya he llegado.
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—¡Dile a tu hijo que deje de imitarme!
—Jaimito, deja de hacer el imbécil.
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La profesora le pregunta a Jaimito:
—¿Qué puede decirme de la muerte de Napoleón?
—Que lo siento mucho.
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Jaimito entra en el hospital y el médico le pregunta:
—¿Qué te trae por aquí?
—La ambulancia
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Jaimito llega tarde al colegio y la profesora le pregunta:
—¿Por qué llegas tarde?
—Me quedé dormido soñando con un partido.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—Pues hubo un empate, prórroga y además penaltis.
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Va Jaimito a su madre y le pregunta:
—Mami, mami, ¿los caramelos de chocolate caminan por la pared?
—Pues no, Jaimito. Los caramelos no caminan.
—Ah, pues entonces me he comido una cucaracha.
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La maestra le pregunta a Jaimito:
—Si yo digo fui rica, es tiempo pasado, pero si digo soy hermosa, ¿qué es?
—Exceso de imaginación.
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Un barco sufre un naufragio:
—Capitán, todavía quedan mujeres en el barco, ¡no puede marcharse!
—Sí, hombre, para mujeres estoy yo ahora.
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—¿Cómo va tu vida amorosa?
—Como la Coca-Cola: primero normal, luego light y ahora zero.
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—Mamá, creo que estoy embarazada.
—Pero hija mía, ¿dónde tenías la cabeza?
—Pues entre el volante y el cambio de marcha.
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—Juan, ¿hiciste el amor con tu esposa antes de casaros?
—No, ¿y tú?
—Yo sí, pero es que no sabía que era tu novia.
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—¿Cuál es el motivo por el que quiere divorciarse de su marido?
—Me trata como a un perro.
—¿Qué dice? ¿Le pega? ¿Le maltrata?
—No, quiere que le sea fiel.
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Un borracho está haciendo pis en la calle, pasa una señora y dice:
—¡Qué horror! ¡Qué monstruo! ¡Qué salvajada!
—Pase tranquila, señora, que lo tengo agarrado del cuello.
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—Ahora tengo que tener mucho cuidado y no quedarme embarazada.
—¡Pero si tu marido se ha hecho la vasectomía!
—Por eso mismo.
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—Estoy saliendo con una chica que podría ser mi hija.
—¿De verdad? ¡Qué grande eres! ¡Estás hecho un tigre! ¡Un titán! ¡Un seductor! Y dime, ¿quién es?
—Tu hija.
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—Papá, ayer empecé a salir con mi nuevo novio. Es mecánico, y me dijo que tengo 2 bellos amortiguadores además de 2 magníficos parachoques.
—¡Dile a tu novio que si abre el capó y mide el aceite del motor le rompo el tubo de escape!
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Una pareja de ancianos está en la cama y ella le dice a su marido:
—Pareces un teléfono móvil.
—¿Por qué? ¿Vibro mucho?
—Porque cuando entras en el túnel te quedas sin cobertura.
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—¡Me acaba de picar una serpiente!
—¿Cobra?
—No, gratis.
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—Parece que su tos ha mejorado.
—Es que estuve practicando toda la noche.
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—Acabo de escribir un libro.
—¿Y por qué has dibujado un dedo en la primera página?
—Es el índice.
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—Soy celíaca.
—Encantado, yo Antoniaco.
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Dos tontos en un tren:
—¿Ves qué rápido pasan los postes?
—Sí, en el viaje de vuelta volvemos en poste.
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—Hola, soy paraguayo y quiero pedirle la mano de su hija para casarme con ella.
—¿Para qué?
—Paraguayo
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—Cariño, creo que estás obsesionado con el fútbol y me haces falta.
—¡¿Qué falta?! ¡¿Qué falta?! ¡¡Si no te he tocado!!
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—Pues entre pitos y flautas me he gastado 10.000 euros.
—¿Y eso?
—Pues ya ves, cuatro mil en pitos y seis mil en flautas.
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—Mamá, en el cole me llaman despistado.
—Niño, ¡que esta no es tu casa!
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—A mí me gustaría vivir en una isla desierta.
—A mí también.
—¡Joder! ¡Ya empezamos a llenarla!
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